sábado, 12 de abril de 2008

Biblioteca Jorge Eduardo Eielson



PTYX

I
Un Domingo en la mañana la Señora se despertó
Hundida en un Mar de Reflejos
El mayordomo acudió con un Soberbio Imán
Y se los extrajo del Cabello y la Piel Cansada
Durante todo el día lo vimos pasar
Con deslumbrantes palanganas
De Alfileres y Agujas Plateadas
Que tranquilamente arrojaba en el w. c.

II
Otras veces
El Señor se debatía sobre la Cama Revuelta
Llamando a los gritos a la Tierra y el Cielo
El Mayordomo lo conducía entonces al pie del Mar
Donde escuchaba el Canto Azul de los Delfines y la Espuma

Por ésta y otras razones
No sólo el Señor y la Señora
Sino todos los Muebles y las Puertas de la Casa
Tenían Ruedas


III
Nunca pudimos distinguir entre el Señor y la Señora
Ni estuvimos seguros que fueran iguales a Nosotros
Tal vez la única diferencia entre Nosotros y Ellos
Era el Mar


IV
Según la Señora
El Espejo del Baño era el culpable
De su ruina y su vejez
Él le había quitado la Paz Rosada del Amanecer
Y el Misterio del Cielo Estrellado
Obligándola a vivir de Carne y Hueso
Hasta el Día del Sacrificio


V
La Ceremonia tuvo lugar a Medianoche
Las Ventanas Abiertas que daban a la Primavera
La ceniza el Caracol en la Credencia
El Salón sin Nadie
La Escalera de Humo que llegaba a las Estrellas
Todo estaba listo
Cuando las Tijeras se hundieron en su Cuello
La Señora lanzó un aullido que estremeció a los Vecinos
E hizo estallar sin remedio
Las Siete Bombillas Eléctricas del Barrio


VI
La Cámara Ardiente fue dispuesta en el Salón
De manera que cuando el Músico Negro
Tocaba Jazz en el Piano de Cola
Los Zapatos de la señora
Vestida de Frac y Cilindro
Parecían moverse alegremente como en una Fiesta
O un Film de Fred Astaire


VII
En el día del Funeral hicimos el Amor como nunca
Apenas escuchamos el rumor de la Carroza
Conducida por un Pájaro Negro
Mientras yo deslizaba una Mano Caliente
Entre sus Nalgas Frías
Hasta coger el Fruto Rosado y Palpitante


VIII
A la mañana siguiente
El Mayordomo barrió la Sombra volcada
Entre la Sala de Baño y la Cocina
(Que resultó ser la del Señor)
Y luego con gran esmero quemó Zapatos
Vestidos Periódicos Viejos
Fotografías Amarillas y demás Objetos Perdidos
Bajo la Cama Revuelta


IX
Ya sin la ayuda del Señor y la Señora
Y puesto que Alguien nos había prohibido amarnos
Nos pasábamos los días eludiendo la presencia del Mayordomo
Sólo Ray Mundo el Payaso nos protegía día y noche
Cuando no empujaba la Pelota Azul Ultramar
Por el Corredor Frío y Oscuro


X
La Pelota disminuía de volumen al Atardecer
Emitiendo un silbido penetrante
Mientras un fuerte Olor a salmuera invadía la Casa
El Payaso se tendía en el Suelo y dejaba que la Pelota
Pasara sobre su cuerpo sin maltratarlo
Sólo entonces la criatura Azul Ultramar
Recobraba su brillantez y su tamaño
Y el Olor a Salmuera desaparecía como por encanto



(Jorge Eduardo Eielson,PTYX, París, 1980)



Jorge Eduardo Eielson (Lima, 1924- Milán 2006)Escritor y artista plástico. Publicó Reinos (1944), libro con el que obtuvo a los 21 años en Premio Nacional de Poesía de Perú, Antígona (1945),Tema y variaciones (1950), Habitación en Roma (1958),Canción y muerte de Rolando (1959), mutatis mutando (1967), Noche oscura del cuerpo (1959), Ceremonia solitaria (1967), Pytx (1980), Sin título (2000), Celebración (2001). Bajo el título Poesía escrita se han publicado sus poemas reunidos, en varias oportunidades ; sus novelas más conocidas son El cuerpo de Giulia-no (1971) y Primera muerte de María (1988).

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