viernes, 7 de octubre de 2011

Roberta Iannamico

Vinieron el zorro blanco, el zorro gris, el zorro colorado.
Me olisqueaban Los dedos de Los pies.
Yo levantaba una pata y la otra como una flamenca.
Entonces vinieron el zorro azul, el zorro plateado, el
----------------------------------------------------------------zorro verde.
No sabían hablar pero se hacían entender clarísimo
-----------------------------------------------------con movimientos de
sus colas.
Después aparecieron el zorro naranja, el zorro
overo y el zorro violeta.
Se acercaban con falsa timidez.

Más atrás el zorro negro, el zorro púrpura, el zorro
de agua.
Hacían pis para marcar el territorio.

Yo me senté en el pasto y, antes de que empezaran
a comerme poco a
poco, me puse a tejer una cola para igualarlos en
belleza.

Vino la tormenta y los zorros empezaron a correr en
círculos.
No podían pasar las fronteras que ellos mismos
habían marcado.
Me agaché, agarrándome las rodillas hice pis, y se
abrió una puerta.
Salieron los zorros.
Me llevaban en andas sobre sus lomos como una
princesa.
La lluvia los desconcertaba. Los ponía loquitos.


(El zorro gris, el zorro blanco, el zorro colorado, Bahía Blanca, Vox ediciones, 1997)