lunes, 14 de abril de 2008

Biblioteca Jorge Eduardo Eielson (3)




PTYX



XXII
El Arco Iris brillaba en nuestros Labios Fogosos
Detrás de las Cortinas y las Puertas
Acompañados por la música de Bach y el Olor a Esperma



XXIII
Todas las Noches
Entrabas y salías por las Ventanas
Sin que nadie pudiera verte
Pero entre la Noche la Nada y tu Lecho Vacío
Tu Cuerpo dejaba Gotas de Sangre Caliente
Que nunca más se borraban



XXIV
Era imposible considerar tu Cuerpo semejante a mi Cuerpo
Pero
Era imposible considerar mi Cuerpo diferente a tu Cuerpo



XXV
El Músico Negro dijo que una vez te sorprendió
Un instante antes de que desaparecieras en la Habitación Vacía
Y que por debajo de la Puerta había visto un Líquido Irisado
Como Lava o espuma de Jabón



XXVI
El mismo Músico
Descubrió tu Secreto en un rincón del Armario
Bajo un Montón de Ropa Sucia
Yacía el Maldito Huevo
De tus Apariciones y Desapariciones



XXVII
Por esta razón
Nadie jamás te había dado un instante de Ternura
Nadie jamás había puesto en tus manos
Un solo Pedazo de Pan
Sólo el Mayordomo recogía tus Augustas Heces
Y las devoraba con euforia



XXVIII
Fue por entonces
Gracias el Hijo del Pescador cuya inocencia y cuyo vigor
Vencieron a la serpiente de Piel Tornasolada
Que finalmente encontré la Llave



XIX
Los misteriosos deseos del Hijo del Pescador
Me tuvieron ocupado toda la Noche
El Querubín abandonó la Casa bien entrada el Alba
Con los Ojos y los Labios encendidos



XXX
Obtenida la Llave
Me dispuse a abrir la habitación Vacía
Pero algo me lo impedía siempre
El Vuelo de una Gaviota
La Caída de un Guijarro
O un simple Estornudo
Que atraía la atención del Mayordomo



XXXI
Además un Nudo de Materia Escarlata
Me cerraba el paso a cada instante
Varias veces traté de deshacerlo
Pero el Mayordomo me detuvo
Diciéndome que el Nudo
Desaparecería en cualquier momento
Y que era inútil forzarlo


XXXII
Mientras tanto
Vivíamos simplemente
Jugábamos simplemente
Dormíamos simplemente



XXXIII
Cada vez que el Sol surgía
Lanzábamos al aire pedacitos de Periódicos
Estampillas Cartas de Amor serpentinas
Papel Higiénico
Kleenex



XXXIV
Éramos tan diferentes y necesarios el Uno al Otro
Como el Tenedor y el Cuchillo en una Mesa Servida



XXXV
Nunca orinábamos en el w. c.
Sino contra las paredes del Corredor Frío y Oscuro
Formando un Zócalo Transparente que recorría la Casa
De un extremo a otro



XXXVI
Arañas y Cucarachas eran nuestras Hermanas
Queridas
El olor a humedad nuestra única Colonia
Saludábamos con cariño la Polilla y el Polvo
No frecuentábamos Rata alguna



XXXVII
Nos gustaban los Bizcochos
Las Sábanas Blancas
Juan Sebastián Bach
Y los Helechos


XXXVIII
Llorábamos por Cualquier Cosa
Cantábamos Cualquier Cosa
Hacíamos Cualquier Cosa
Amábamos Cualquier Cosa



XXXIX
No teníamos Automóvil
Televisor ni Paraguas
Y cuando llovía
Llovía solamente


(Jorge Eduardo Eielson, PTYX, 1980)

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