El cuerpo es un intermediario
y el Dios que tenemos más cerca.
Requiere cuidados, rituales y primicias.
Resiste toda provocación y es lento en el enojo;
pero si lo has desaguardado,
nada te salvará de su ira.
Tseng Feng Hsi. Dinastía Yuan
(Alberto Laiseca. Poemas chinos, Buenos aires, Libros de Tierra Firme, 1987)
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